Siguiendo a Jesús.

  • ¿Alguna vez te has preguntado por qué llevas el anhelo profundo de ser conocido, amado y aceptado? ¿Alguna vez has sentido la necesidad de pertenecer? Todos lo hemos sentido. Es lo que nos hace humanos. Dios conoce estas emociones porque se originaron en Él. Él quiere compartir la vida contigo.

    El deseo de Dios de tener una relación es el significado básico y subyacente de la vida. Fuimos creados para conocerlo y ser conocidos por Él. Dios te ama. Te creó de manera única, y no hay nadie más como tú. No eres un accidente.

    El pecado, la vergüenza y la culpa bloquean nuestro camino hacia Él y nos impiden sentir Su cercanía. El orgullo y los celos, nuestros pecados originales, son los enemigos del amor de Dios. Lo que permitimos pasivamente en nuestro mundo tomó el control agresivamente, impidiéndonos conocer el corazón de Dios. Como ovejas sin pastor, perdimos nuestro camino, olvidando nuestro propósito.

  • Dios te ama tanto que dio a Su Hijo.

    Tropezamos, pero Su amor no cambió. Él nos persiguió y no se dio por vencido. Dios dio a Su Hijo Jesús como la máxima demostración de amor por nosotros, revelando aún más Su bondad, compasión y misericordia.

    Una mirada a Jesús es todo lo que se necesita para ver el amor del Padre por nosotros. Él comenzó nuestra historia y la sostiene incluso ahora.

    Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. – Juan 3:16

  • Jesús, la luz del mundo, vino para alejar la oscuridad de nuestras vidas. A través de Su obediencia, se restauró la capacidad de tener una relación con Dios, revirtiendo la maldición de la muerte para siempre. Lo que no pudimos hacer por nuestra cuenta, Él lo hizo. En Su luz, tenemos vida, y la oscuridad no puede superarla.

    En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la oscuridad, y la oscuridad no la ha vencido. El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia. – Juan 1:4-5; 10:10

  • Tu historia puede ser reescrita por Jesús. Todos los que vienen a Dios a través de Cristo son una nueva creación, ya no están esclavizados ni atados por el peso de la culpa. El poder del pecado ya no te separa de Él.

    Jesús es la puerta a una nueva vida, la vida para la cual fuiste creado, donde todas las cosas son hechas nuevas. Esa puerta está abierta de par en par para todos los que lo miran y creen.

    Eres Su creación, ya no estás sin esperanza, y tu nueva vida comienza ahora.

    Porque esta es la voluntad de mi Padre, que todo el que mira al Hijo y cree en Él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. – Juan 6:40

  • El espíritu de Dios, a través de la vida de Jesús, te fue restaurado. Él está disponible para ti como ayudador, maestro, consolador y amigo. Tienes acceso a una verdadera relación con Dios, y en este lugar de intimidad, tu vida tiene un propósito. Él te guiará a experimentar una nueva vida. Todos los que creen en Él son llamados hijos de Dios. ¡Ora a Él y deja que te guíe!

    "Cuando venga el Espíritu de verdad, Él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará de lo que oiga y les anunciará las cosas que están por venir. Él me glorificará, porque tomará de lo mío y se lo hará saber a ustedes." – Juan 16:13-14

  • Si tienes más preguntas y te gustaría hablar con alguien sobre cómo conocer a Cristo, haz clic aquí para comenzar un correo electrónico con alguien que pueda ayudar.

    Conviértete en Su hijo hoy. Aceptar a Cristo es una decisión personal que se toma entre tú y Dios. Las palabras son tuyas y Dios conoce y escucha tu corazón. Aquí tienes una oración de ejemplo:

    Padre, gracias por amarme. Gracias por enviar a tu Hijo a morir por mis pecados. Tengo un pasado que está lejos de Ti. Te entrego hoy mi pecado, culpa y vergüenza. Entra en mi vida y conviértete en un padre, maestro y amigo diario. Marco hoy como un punto de inflexión para mi nueva vida en Ti. Te amo, Jesús. Amén.